El programa televisivo "Gran hermano" consistía en que el tele-vidente podía mirar las 24 horas una casa donde temporalmente habitaban personas elegidas para tal fin.
Era una manera de espiar hasta la intimidad,a quienes permanecían allí; de conocer su manera de pensar y actuar, de verlos y juzgarlos de acuerdo a nuestra visión de la vida.
Quienes participaban conocían y aceptaba las reglas del juego y también se las daban a conocer al tele-vidente, con lo cual el también sabía de que se trataba.
Muchas personas por sus convicciones religiosas o Morales jamás mirarían un programa de este estilo, pero lo cierto es que tenía una formidable audiencia.
Si nos ponemos ha pensar el gran Hermano aún existe y nosotros en su gran mayoría participamos en él; se trata nada más y nada menos que de las redes sociales donde publicamos las fotos de nuestro viaje, las nuestras y la de nuestra familia, realizamos comentarios, publicamos textos y nos exponemos ante el mundo, pareciera ser que todos en el fondo tuviéramos un gran hermano dentro de nuestro propio corazón, la vanidad, el ego y el deseo de exposición nos ha llevado a ser parte de este juego mediático en el cual nos sentimos felices cada vez que alguien coloca un me gusta en nuestras publicaciones, hemos dejado en buena medida de comunicarnos personalmente con el otro y ahora esa misma comunicación la hemos trasladado al Internet, siendo un diálogo mucho más frío y distante.
Pero que genera menos compromiso con el otro que la charla personal donde de alguna manera la otra persona puede contarnos sus logros, pero también sus frustraciones, desencantos y problemas.
¿Llegará el día que sólo buscaremos saciar nuestra satisfacción con él "Me gusta" desinteresándonos del otro, como ser humano? Espero que esto nunca nos ocurra, porque ese día dejaremos definitivamente atrás la independencia, la solidaridad y nos iremos convirtiendo en autómatas; que alguien seguramente terminara programando a su criterio para someternos a una nueva esclavitud, que esta vez aceptaremos pasivamente.
Néstor O Salgado
Diplomado en Consejería Cristina, escritor, Meditador
Era una manera de espiar hasta la intimidad,a quienes permanecían allí; de conocer su manera de pensar y actuar, de verlos y juzgarlos de acuerdo a nuestra visión de la vida.
Quienes participaban conocían y aceptaba las reglas del juego y también se las daban a conocer al tele-vidente, con lo cual el también sabía de que se trataba.
Muchas personas por sus convicciones religiosas o Morales jamás mirarían un programa de este estilo, pero lo cierto es que tenía una formidable audiencia.
Si nos ponemos ha pensar el gran Hermano aún existe y nosotros en su gran mayoría participamos en él; se trata nada más y nada menos que de las redes sociales donde publicamos las fotos de nuestro viaje, las nuestras y la de nuestra familia, realizamos comentarios, publicamos textos y nos exponemos ante el mundo, pareciera ser que todos en el fondo tuviéramos un gran hermano dentro de nuestro propio corazón, la vanidad, el ego y el deseo de exposición nos ha llevado a ser parte de este juego mediático en el cual nos sentimos felices cada vez que alguien coloca un me gusta en nuestras publicaciones, hemos dejado en buena medida de comunicarnos personalmente con el otro y ahora esa misma comunicación la hemos trasladado al Internet, siendo un diálogo mucho más frío y distante.
Pero que genera menos compromiso con el otro que la charla personal donde de alguna manera la otra persona puede contarnos sus logros, pero también sus frustraciones, desencantos y problemas.
¿Llegará el día que sólo buscaremos saciar nuestra satisfacción con él "Me gusta" desinteresándonos del otro, como ser humano? Espero que esto nunca nos ocurra, porque ese día dejaremos definitivamente atrás la independencia, la solidaridad y nos iremos convirtiendo en autómatas; que alguien seguramente terminara programando a su criterio para someternos a una nueva esclavitud, que esta vez aceptaremos pasivamente.
Néstor O Salgado
Diplomado en Consejería Cristina, escritor, Meditador
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